Insatisfacción laboral, síndrome de burnout, estrés laboral,
mobbing… ¿te suenan estos términos?, ¿crees haberlos sufrido en alguna ocasión?
Se
habla de estos síndromes como riesgos emergentes pero nada más lejos de la
realidad. Desde los orígenes del trabajo, han estado presentes en el día a día de
las actividades laborales y a pesar de ser algo tan común como los
accidentes laborales, tienen el handicap de que, entre sus características, no se
encuentra la inmediatez propia de los accidentes, no es algo tan evidente como
hacerte un corte y ver cómo brota la sangre. Es más, estos trastornos, por lo general, no tienen el reconocimiento que debiese por parte de las empresas.
Lo cierto es que, reconocidas o no, suponen un riesgo para la
salud de los trabajadores por lo que tiene que ser evaluado y analizado por la
figura del prevencionista.
Entre los factores que dan lugar a estos trastornos
diferenciamos los que hacen referencia a las características propias de cada
individuo (personalidad, motivación, formación, edad, actitud y aptitud), las
características de la organización (idiosincrasia de la empresa, ritmo de
trabajo, estilo de liderazgo, jornada de laboral…) y los factores extralaborales
(entorno familiar, social y económico del individuo, comunicación y relaciones
interpersonales o las condiciones del lugar de vivienda), que si se dan de
manera conjunta pueden dar lugar a enfermedades, patologías o lesiones con
motivo u ocasión del trabajo.
Hay que señalar que situaciones como la crisis económica que
seguimos sufriendo también supone un factor destacable, es decir, se ha
propiciado que el trabajador sufra de precariedad laboral, largas jornadas
laborales, excesiva carga de trabajo, intimidación…aumentando de forma
considerable el número de casos, lo que demuestra que las condiciones laborales
han empeorado en España.
En mi opinión, otra razón por la que se da este tipo de
trastornos laborales es la mentalidad existente de la gran mayoría de los
empresarios, es decir, el clasismo, la austeridad, la falta de flexibilidad… es
sintomático de que no es acorde con la época que vivimos y sería aconsejable y
bastante recomendable que se empezase a copiar otros modelos con resultados
positivos y constatados.
Ismael Bohórquez
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